Los juegos de lucha y la «competitividad»

Muy buenas amigos y amigas, hoy os vengo a hablar sobre algo que llevaba tiempo queriendo explicar. Se trata de la relación entre los videojuegos de lucha y los deportes competitivos «reales» (es decir, practicados fuera de un entorno virtual). Siempre me han gustado mucho los videojuegos de pelea 1 vs 1, con los dos contendientes cara a cara y las dos clásicas barras de vida en la parte superior de la pantalla. Le he dedicado muchas horas a los títulos más representativos del género: He terminado con infinidad de oponentes con un fatality  en Mortal Kombat, he ejecutado todos los «súpers» y mantenido a raya a mi rival a base de Hadoukens en Street Fighter, he realizado «combos» alucinantes en Tekken e incluso gané un pequeño torneo jugando a Super Smash Bros con Link. Pero el juego que consiguió tenerme más horas delante de la pantalla, ya fuera contra oponentes controlados por la IA o contra otros jugadores, ha sido sin duda Soul Calibur. Y resulta que pienso que el concepto de competitividad que experimenté en este juego, ciertamente no dista mucho del que pueda estar presente en un deporte estándar.

Soul-Calibur-V-Mitsurugi

Este es mi personaje predilecto, Mitsurugi. ¿A que mola un huevo?

 Las mecánicas de Soul Calibur son las más completas que he visto en un juego de lucha. Por supuesto, esta es sólo mi opinión, y no he venido aquí a convenceros de que la saga SC es la mejor o lo más competitiva, en absoluto. Simplemente, tiene un sistema de juego que ha conseguido que miles de jugadores alrededor del mundo, entre los que me incluyo, se sientan tentados a entrenar sus habilidades hasta lograr la maestría con su personaje (o personajes) para luego medirse frente a los rivales más duros que puedan encontrar, tanto en persona como en el combate online. Y aquí es donde quería llegar. Yo empecé siendo un verdadero “paquete” en el juego, como cualquiera. Pero tras cientos de combates y entrenamiento, considero que me convertí en un luchador muy experimentado, pues a la hora de lanzarme a combatir contra contrincantes de todo el mundo (vía online) llegué a APLASTAR, literalmente, a unos cuantos. Por supuesto, también recibí soberanas PALIZAS de otros. Si bien es cierto que mi porcentaje de victoria llegó a sobrepasar el 70% (es decir, estadísticamente, 70 de cada 100 combates terminaban en victoria), en ocasiones me topé con rivales a los que nunca pude vencer. Algunos de ellos tenían porcentajes de victoria ridículamente elevados (entre un 80-90%); otros, no tanto, pero habían participado en más de 2000 combates online (y Dios sabrá cuántas horas en el “modo entrenamiento”…). Pero son precisamente esos combates en los que disfrutaba más jugando. Pensaréis que me gusta perder. Quizá creáis que me va el masoquismo. Pues bien, no y no. Odio perder, y aunque os cueste creerlo, cuanto más difícil me lo ponía mi rival, cuanto más esfuerzo y concentración tenía que dedicar para intentar derrotarlo, más me divertía. Huelga decir que el sentimiento de realización que tenía cuando lograba derrotar a este tipo de contendientes era indescriptible. Pero se trataba únicamente de un subproducto; lo que más me gustaba encontrarme en la antesala del juego online eran rivales fuertes contra los que me pudiese curtir (soy como una versión gamer de Son Goku…). Si éstos me ganaban, significaba que debía entrenar más.

Gameplay del juego.

Gameplay del juego.

Todo esto me hizo reflexionar, y me vi obligado a escribir la presente entrada para compartir con vosotros mi experiencia con los juegos de lucha, que si bien la he vivido con muchas varios títulos diferentes, como he mencionado antes, con Soul Calibur fue mucho más intensa. Pues bien, jugando a dicho juego, en varias ocasiones pude ver como ciertos jugadores, tras haber perdido contra mí 2 ó 3 combates seguidos, se abstenían de seguir jugando conmigo. Otros “oponentes”, al ver que encima de mi nombre de usuario aparecía una “A” (señalando el máximo rango, algo así como una insignia por haber ganado un buen número de combates) ni siquiera querían pelear. Entonces entendí lo bien implementado que estaba en el juego el concepto de «competitividad». De la misma manera en la que ocurre con cualquier deporte federado, ya sea individual o en equipo, tenis o fútbol, la clave del éxito y la superación es competir contra los mejores y aprender sobre ello. Respecto a eso, cabe decir que hay dos formas de encajar una derrota: La frustración o el aprendizaje. Quienes optan por la segunda vía tienen todas las papeletas para llegar a la élite de la competición.

También aprendí que Ivy puede participar en combates con armas blancas manteniendo ese

También aprendí que Ivy puede participar en combates con armas blancas manteniendo ese «hilillo» que sujeta sus domingas intacto. Increíble.

 Obviamente, en el proceso intervienen un sinfín de factores, y no cabe duda de que el talento innato es uno de ellos, mas no es el más determinante. Como se suele decir, el talento es como una planta. Deja de regalarla, y con toda seguridad acabará muriendo.

Por último, no quisiera acabar esta entrada sin antes mencionar que, pese a que es cierto que una buena racha de victorias ayudan a subir la moral, una racha de derrotas demasiado larga a menudo conduce al desquicio. Debemos cuidarnos de elegir bien a nuestros rivales, o de lo contrario estaremos condenados, o bien a conformarnos con la victoria fácil que nos conduce al estancamiento, o bien a la más absoluta frustración que desencadenan demasiadas derrotas seguidas, respectivamente. Se pueden aprender lecciones de vida de los videojuegos, señoras y señores. ¿No es curioso?

Publicado el 12 noviembre, 2015 en Juegos actuales, Juegos de lucha y etiquetado en , , . Guarda el enlace permanente. 1 comentario.

Deja un comentario